Cómo gestionar positivamente la incertidumbre durante la pandemia

En época de rebrote y estancamiento, en esta situación de pandemia que creíamos ya amortizada pero que nos sorprende poniendo de nuevo nuestra vida en stand by, nos miramos al espejo y la imagen que nos devuelve suele ser la misma cada día: frustración, hartazgo, miedo, desilusión y una profunda tristeza.

Martin Seligman en su libro “La indefensión aprendida” establecía la base sobre la que se forma una depresión: la sensación aprendida de indefensión, entendida como falta de recursos para defendernos frente a los embates de la vida. Y esto es precisamente lo que nos trae el Covid19: indefensión ante lo que ocurre, incapacidad manifiesta para controlar nuestra vida. Somos rehenes de un enemigo invisible que nos quita libertad.

«Yo creo que la vida es aprendizaje y el aprendizaje que nos ha traído este virus es el de la necesidad de  convivir en armonía con la incertidumbre, porque la vida es incertidumbre y nuestro intento por disfrutar de una vida segura es sólo una ilusión».

Yo entiendo la incertidumbre como la suma de dos componentes: la espera y el desconocimiento de lo que viene. Dicho de otro modo, consiste en esperar que llegue algo que no sabemos exactamente qué será o qué consecuencias nos traerá y que nos produce ansiedad por indefensión aprendida.

La fórmula Incertidumbre = Espera + Indefensión

Me gustaría analizar cada uno de los componentes de esta fórmula, como antesala de la propuesta de una gestión positiva de la incertidumbre.

Analizando la espera, en el artículo “How to wait well” de Jason Farman publicado en Psyche.co se describe una historia que es bien conocida entre arquitectos y diseñadores urbanos sobre cómo la gente dejó de quejarse de esperar la llegada de los ascensores en los rascacielos de la ciudad de Nueva York. No fueron los ingenieros intentando aumentar la celeridad quienes lo consiguieron, sino un psicólogo que trabajaba en el edificio, al que se le ocurrió que la inquietud de la gente se debía a la frustración que les producía la espera. Concluyó que la frustración probablemente nacía del aburrimiento. Con la aprobación del gerente del edificio, colocó espejos alrededor del área de espera del ascensor para que la gente pudiera mirarse a sí misma y a los demás que esperaban. Así, la espera se volvió interesante y las quejas cesaron.

«Esta frustración está presente en nuestra sociedad en este momento, donde todos sentimos la carga de los tiempos de espera durante la pandemia: esperar una vacuna, esperar el regreso a las oficinas, esperar la vuelta de la vieja normalidad».

Nos irrita la espera, que se convierte en incertidumbre cuando no tenemos métricas sobre el tiempo que durará y cuando no sabemos además qué llegará al final de esa espera. Esa combinación de esperar sin saber qué esperamos nos hace sentir impotentes, ansiosos y deprimidos porque produce indefensión, como establece la teoría de Seligman. En este caldo de cultivo, la incertidumbre aparece y nos sume en una sensación espesa de estancamiento.

¿Qué hacer? Se impone una reorientación radical de nuestra perspectiva sobre la espera, para añadirle control y evitar que se convierta en incertidumbre, centrándonos, no en las emociones que nos produce, sino en las respuestas que podemos dar y entendiendo que la espera no tiene que ser un tiempo de indefensión, sino que puede ser una inversión para prepararnos frente a lo que llegará.

En resumen, esperar con control o esperar proactivamente.

Gestionar positivamente la incertidumbre con espera proactiva

Los tipos de personalidad enfocadas a futuro, suelen centrarse en los objetivos a conseguir a medio y largo plazo. Este tipo de personas sacrifican el presente en aras a conseguir una mayor gratificación a largo plazo. Mientras que los tipos de personalidades enfocadas a presente, buscan la gratificación inmediata.

Siempre me ha parecido que los dos modelos de gratificación pueden entenderse fácilmente atendiendo a las dos maneras en las que las personas comemos un plato de nuestra comida favorita.

Ante un plato apetitoso, hay un tipo de persona que se come antes lo que más le gusta, priorizando las partes del plato más sabrosas y dejando para el final las partes que no son tan suculentas. Son personas que buscan la gratificación inmediata. En el otro lado, hay otro tipo de personas que prefieren comer antes lo menos exquisito y dejar para el final la parte más sabrosa. Este segundo estilo ejemplifica lo que significa el placer del retraso de la gratificación, que tiene como finalidad la intensificación del placer.

El concepto de gratificación a largo plazo o retraso en la gratificación nos ayuda a entender la espera proactiva: invertir el tiempo de espera en promover acciones y circunstancias que nos van a permitir generar una ventaja a largo plazo, cuando finalice el periodo de espera, cuando finalice la pandemia.

En esta línea, aquí te dejo dos formas de esperar proactivamente:

  1. Aprovechar la espera para actuar en el presente

Esta nueva perspectiva se basaría en preparar el futuro con acción en el presente, teniendo en cuenta que el presente es el único espacio en el tiempo donde existe capacidad de actuar, no cabe acción sobre el pasado, ni en el futuro.

Se trataría de aprovechar la espera como pausa en la que rearmarme para enfocar el futuro con más posibilidades de éxito. Es, por tanto, una actitud proactiva ante la espera que le resta aburrimiento, dotándola de contenido, y hace desaparecer la indefensión, incluyendo un propósito que nos da la oportunidad de controlar nuestra vida durante la espera.

En términos prácticos se trata de plantearse ¿qué puedo hacer en esta vida en pausa para reforzarme y afrontar un futuro incierto con mayores garantías de éxito? Este planteamiento implica, de entrada, dejar de intentar adivinar cómo será ese futuro y basar la estrategia en lo que yo quiero ser y conseguir. Prepararme para enfrentar lo que sea que venga con una mayor solidez personal o profesional. Ese es el camino.

Podemos atemorizarnos pensando en la posibilidad de perder el trabajo a causa de una crisis de proporciones desconocidas, podemos instalarnos en la ansiedad de la probabilidad cada vez más cierta de perder nuestro negocio, pero será un temor poco productivo, porque no tenemos control sobre los efectos de la crisis sanitaria.

Sólo tenemos control sobre la forma en la que podemos prepararnos para enfrentar un futuro profesional negativo, sea el que sea, potenciando nuestros conocimientos, nuestro background técnico o buscando fórmulas para adaptar nuestro negocio a entornos diferentes. La acción de preparación al futuro es lo que nos da el control, además de ser una herramienta práctica con utilidad a largo plazo.

En definitiva, no te centres en tus temores y emociones negativas, céntrate en lo que ahora puedes hacer para enfrentar lo que viene.

  1. Aprovechar la pausa para desarrollar la creatividad

Otra manera de hacer productiva la espera para que no degenere en incertidumbre es aprovechar el momento de pausa en medio de la vida, el standby que ha traído la pandemia, para buscar soluciones creativas a los problemas que estamos enfrentando.

En los entornos de espera como el que estamos viviendo, en el que nos tomamos un respiro en medio de la prisa, donde la vida se ralentiza y se vuelve hacia adentro, el mundo se vuelve menos cambiante, la carrera desenfrenada habitual de lo cotidiano se apacigua y nos queda esa espera espesa que comentábamos. Cuando desaparece el estrés del cambio constante, de la rapidez y la inmediatez, aparece un paréntesis de calma que es el único caldo de cultivo posible para dar paso a la creatividad.

En medio de la prisa, de la carrera, del estrés constante de una vida que no cesa ni un instante, no somos capaces de generar lo nuevo. Podemos aprovechar esta situación de pausa para encontrar soluciones creativas a nuestros problemas pasados, presentes o futuros.

Transformemos por tanto la tensa espera en una época de búsqueda intelectual de nuevas soluciones a antiguos o nuevos problemas.

Otras perspectivas de gestión positiva

Finalmente, el cambio de perspectiva en la que dotamos a la espera de contenido, puede basarse en entenderla como un experimento de colaboración.

Las personas somos muy diferentes y muchos no se plantean el reto personal de la mejora continua, por su edad, su profesión o su personalidad. Muchos disfrutan de una situación profesional segura, sin amenazas y con distancia sobre los altibajos de la situación económica. Estas personas no necesitan aprovechar la espera para rearmarse, pero vibran sintiendo que pueden aportar a la sociedad.

«La espera en pandemia, los incómodos aislamientos, las prohibiciones a ejercer nuestra ahora ansiada rutina, puede percibirse como una inversión personal en la propia salud y en la de los demás, una oportunidad para contribuir a sanar preventivamente a otras personas, encontrando el lado colaborativo y de contribución a la sociedad».

Busca como puedes reinterpretar este paréntesis que trae la crisis sanitaria, para entender el tiempo de espera en términos de inversión en ti.

Espero tus comentarios en info@emotionhr.com

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