Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.
Sanidad ha redefinido el concepto de “fatiga pandémica” para alinearse con la OMS en términos de una “reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta” que puede conducir a la alienación y a la desesperanza.
“En este artículo me interesa detenerme en el impacto diferencial de la pandemia en función de los diferentes estilos personales. Di Stefano decía que un corner era un “medio gol”. Y en ese sentido afirmo que tener consciencia sobre como vivimos esta situación de agotamiento nos sitúa en el camino hacia su solución”.
¿Crees que todos sentimos fatiga pandémica? La respuesta es no o al menos no por igual.
Muchos de los que leéis este artículo comentáis el hartazgo de la situación con vuestros amigos, pero en el fondo estáis encantados de continuar trabajando en casa, sin tacones ni corbatas, y sin tantos compromisos sociales, esos que antes no podías eludir.
Existe una forma de entender el mundo desde un perfil que llamaremos conservación, un perfil que se ha sentido agradecido desde el inicio del teletrabajo forzoso, satisfecho de evitar desplazamientos y de tener más tiempo para dedicar a su casa y a la familia. Son personas que disfrutan cocinando y comiendo comida casera y viendo netflix debajo de confortables mantas, delante de una humeante taza de café. Una vida casera, cómoda y placentera, dónde la prioridad es el hogar y la seguridad de la familia y conciliando el tiempo con el trabajo de manera perfecta. Para un conservación, la vida fluye en el interior de su casa en compañía de sus seres queridos.
“Los conservación no sienten hartazgo por la situación, al contrario. A ellos les gustaría que la frase “el teletrabajo ha venido para quedarse” fuera cierta al 100% porque su vida ideal se mueve dentro de las paredes de su casa, no por miedo al virus exclusivamente, que también, sino principalmente porque en su casa está todo lo que les hace sentirse bien: comodidades y calor familiar”.
Si eres conservación, deberías saber que a lo largo de este último año, te has ido aislando poco a poco. Tu mundo se ha reducido a un espacio totalmente conocido y seguro en tu hogar. Parece perfecto, pero paulatinamente estás perdiendo contacto con tu empresa. Te has vuelto muy eficaz, pareces una máquina resolviendo problemas, no pierdes el tiempo, pero te estás acostumbrando a hacerlo de manera aislada.
Por otro lado, has dejado de tener impacto en la empresa. Al ver los toros desde la barrera, no cuentas demasiado en las decisiones de equipo y corres el riesgo de desconectarte de los temas verdaderamente importantes. Te lo habrás perdido por falta de contacto real, satisfecho de la placided de tus días de la marmota. Ser consciente de tu situación te coloca en posición de encontrar la mejor solución en la era postpandemia.
Si has leído hasta aquí y piensas que todo esto no va contigo es muy posible que seas de esas personas que “necesitan” moverse dentro de un grupo para fluir. Exceptuando los perfiles conservación, las demás tipologías de personalidad necesitan relacionarse con otras personas para sentirse bien. Esto no significa que los conservación no necesiten hacerlo, los humanos somos seres sociales y necesitamos vivir en conexión con otras personas, pero para ellos, para los conservación, no es una necesidad prioritaria. En tu caso, que llevas un rato leyendo sin identificarte, la necesidad de interactuar con otras personas es algo importante, tanto que es en los grupos en los que te sientes verdaderamente bien, dónde fluyes. Eres un perfil social.
“Los sociales necesitan sentirse parte de un grupo, eso les da energía, por eso se están sintiendo influidos muy negativamente por la pandemia”.
Un perfil social tiene, como todas las demás personas, temor a contagiarse, pero cuando consigue reunirse en la oficina, se da cuenta del valor que para él tiene el contacto personal: resuelve problemas y desbloquea situaciones en charlas de pasillo y afianza los vínculos con sus compañeros y colegas con una facilidad pasmosa, que le evitará los emails cruzados que sólo complican las situaciones, enquistando el problema. Ellos entienden la enorme diferencia entre conversar e informar. Entienden la importancia del lenguaje no verbal que eleva un simple mensaje, neutro y sin emoción, a la categoría de un ofrecimiento de colaboración que estrecha vínculos.
Las personas sociales necesitan integrarse en grupos para funcionar bien. Sienten que relacionarse al mismo nivel es señal de cooperación, de unión de fuerzas hacia la misma meta. Los sociales son personas poco reservadas, dadas a compartir sus experiencias y receptivas a escuchar, identificando puntos de conexión y afinidades. Estos perfiles están sufriendo especialmente el azote de la fatiga pandémica puesto que vivimos desde hace un año en un mundo limitado, donde las interacciones son telegráficas, ceñidas a los minutos de conexión de una videoconferencia y para ellos “no hay nada que pueda reemplazar una conversación cara a cara”.
Si te identificas con el instinto social y deseas salir del aislamiento, procura dar salida a tus necesidades de socializar, organizando encuentros seguros en los que puedas conectar con otras personas. Necesitas interactuar para mantener tu equilibrio psicológico.
Dentro de lo posible, acude a la oficina. Seguramente estás teniendo problemas de comunicación con tus compañeros, sientes que hay malos entendidos y que el tono del grupo se está deteriorando. Necesitas una comunicación en el “tu a tu”, además de los contactos informales, para sentir que hay una comunicación real.
“Por último, quizá pertenezcas a un tercer grupo. Es posible que sigas sin identificarte. A ti no te gusta quedarte en casa, aunque compartes con los conservación la importancia de cuidar tu cuerpo y de alimentarte de forma sana. Para ti es muy importante la gente, aunque en un sentido diferente a cómo lo siente un social”.
En tu caso, necesitas a la gente para que sea tu testigo. Necesitas transmitir cosas a los demás, dejar un legado personal: eres un perfil transmisor.
Los transmisores no tienen por qué ser jefes, pero muchos de ellos son líderes informales, necesitan sentir que tienen peso en la empresa y entre sus grupos de amigos, que son escuchados y que pueden materializar sus iniciativas, lo que finalmente significa que los demás les seguirán.
Te sientes igualmente frustrado porque el mundo se ha vuelto una auténtica pesadilla. Estabas acostumbrado a ser el impulsor en los grupos, tu presencia nunca pasa desapercibida y te enorgulleces de ello. Todo este juego en el que tu eres protagonista habitual, se ha parado de golpe. Dentro de tu casa nadie te ve y nadie te escucha. Si para colmo te ha pillado esta pandemia sin pareja, te sientes especialmente quemado. Para un perfil transmisor es tan importante sentirse unido íntimamente a alguien y compartir la vida en una relación de dos, como sentir que es visible, que los demás le ven, le admiran y le respetan. Si estás sufriendo esta pandemia encerrado en casa, sin pareja y sin posibilidad de tener un grupo de referencia al que dirigirte y dónde expresarte, estás literalmente muerto. Para ti es necesario revertir esta situación y no dudarás en seguir conductas peligrosas, si es necesario, para conseguirlo.
“Frecuentemente, vemos como algunos grupos se rebelan contra el uso de la mascarilla o la falta de libertad. Perfiles transmisores son los que lideran estos grupos con su capacidad movilizadora que nunca teme las consecuencias de infringir según qué reglas”.
La denominada cuarta ola invisible requiere que todos nos contribuyamos a minimizar su efectos sobre la salud emocional de la población, dentro y fuera de las empresas.
Si eres consciente de cómo te afecta, estás a medio camino de darle solución. Cuídate para no autoaislarte, socializa con seguridad si eso es lo que necesitas y descarga tu energía con nuevas iniciativas que puedas arrancar en la era postpandemia, dando cauce a tu fuerza natural.
¡¡¡Se consciente para mantenerte sano!!!