Se acerca una época navideña atípica donde es muy probable que el Covid-19 nos obligue a concentrar en la familia pequeña, padres e hijos, las cenas familiares. Con bastante probabilidad, despediremos este año para olvidar, con la única compañía de nuestros hijos, preguntándonos cómo será el 2021 y si podrán disfrutar de un futuro menos incierto y más feliz.
«Creo que es una buena ocasión para que hagamos balance de nuestro papel como padres y plantearnos qué estamos haciendo para afrontar nuestra gran responsabilidad: enseñarles a nuestros hijos a ser felices».
¿Se puede enseñar a un hijo a ser feliz?
Rotundamente, si.
La felicidad no debe confundirse con “estar contento”. Ser feliz es un modo de vida y una actitud, de eso estoy convencida.
Si nuestro objetivo se limita a hacer lo necesario para conseguir que nuestro hijo esté contento, él será dependiente de eso que le damos para sentirse bien. Como padres tenemos que enseñarle a él a gestionar su vida para que sea él mismo el que sea capaz de encontrar su propia felicidad.
Los niños nacen con un cerebro sin pasado, sin experiencias de ningún tipo, totalmente volcado al amor y la alegría, una “tabula rasa” abierta a la experiencia, como diría John Locke. Esa mente ingenua y pura va llenándose de todo tipo de contenidos durante la vida y, entre otras cosas, eso es lo que conformará la persona que será.
«Como padres no podemos controlar lo que le ocurra a nuestros hijos, pero sí podemos enseñarles a gestionar lo que vivan, así como a tener una actitud predeterminada que les ayude en esa interpretación de lo que acontece a su alrededor».
¿Qué enseñarles concretamente?
Te voy a dejar aquí algunas herramientas útiles para enseñarles a gestionar en positivo:
- Enséñale a mirar la vida con optimismo.
Nos sentimos bien o mal como consecuencia de lo que vivimos en cada momento, de lo que se puede deducir que nos sentiremos felices o infelices en función de lo que la vida nos traiga, sin ningún control por nuestra parte.
Enséñale a tu hijo lo relativo que son los juicios que hacemos sobre lo que nos pasa y la repercusión que tiene interpretar en positivo para ser feliz. Sin duda, interpretar en positivo está en la base del optimismo.
Hasta un episodio de bulling puede ser interpretado en positivo. Enseña a tu hijo que a veces somos rechazados porque generamos envidia y la envidia, como decía Napoleón, es una declaración de inferioridad. En lugar de desaprobarte, quien te hace bulling se siente menos que tú y no lo soporta. Desde la reafirmación de su valor, ayúdale a entender que no hay nada malo en él, que tiene que aprovechar esta oportunidad para alejarse de los maltratadores y construir un nuevo grupo de amigos que le valoren positivamente.
- Tú decides hasta dónde te afecta lo que pase.
Me vas a decir que a tu hijo le hacen bulling por ser diferente, no por envidia, y que en la vida hay muchos casos que no pueden ser interpretados en positivo. Es cierto, pero son muy pocos esos casos, casi siempre es posible si haces ese esfuerzo.
De cualquier manera, enseña a tu hijo a que los demás sólo pueden hacerte el daño que tú les permitas que te hagan, porque tú decides hasta dónde te afecta lo que te ocurra. Hoy te sientes mal y no puedes detener la emoción, pero eres responsable de parar el dolor y pasar a la acción: haz lo que tengas que hacer, aléjate, ignóralos, pero pasa a la acción para protegerte. Es una manera muy importante de quererte.
- Acepta el pasado y no temas al futuro.
Aceptar el pasado en una buena enseñanza para conseguir equilibrar nuestras emociones. Enséñale a tu hijo que nadie puede cambiar lo que pasó, de manera que es mejor aceptar aquello que ocurrió y seguir hacia adelante, sin permitir que el pasado te dañe.
De la misma manera, enseña a tu hijo a no sentir miedo a lo que está por venir, a convivir con la incertidumbre. El miedo nos inmoviliza justo en el único tiempo en el que es posible hacer algo: el presente. Sólo hay un punto en el tiempo en el que tenemos la capacidad de actuar y ese es el momento presente.
Invita a tu hijo a que deje ir lo que pasó y se prepare AHORA para afrontar lo que vendrá.
- No existe la culpa, existe la responsabilidad
Debemos desterrar de nuestro lenguaje algunas palabras muy dañinas como la “culpa”. No existe la culpa, existe la responsabilidad.
Echar culpas a nuestros hijos es juzgarlos negativamente sin darles la posibilidad de dar solución a lo que supuestamente no hicieron correctamente. Otorgarles la responsabilidad es empoderarlos. En lugar de “tenías la oportunidad y la desaprovechaste”, diles “en el futuro serás responsable de aprovechar una nueva oportunidad”.
Culpar es no darse cuenta de que todos hacemos las cosas lo mejor que podemos con la información que tenemos en cada momento. Juzgar el pasado es tramposo porque contamos con la ventaja de conocer las consecuencias.
No te juzgues, no le juzgues. Responsabilízate, responsabilízale.
- Aléjate de la gente que te lastima.
Tu hijo es el primer responsable de procurarse bienestar alejándose de las personas que le hacen sentir mal.
Quien nos hace sentir culpa por ser como somos no debe estar con nosotros. Enseña a tu hijo a alejarse de quien mina su autoestima, de quien no aprecia su valor, de quien le manipula, le aleja de la gente que quiere, le somete con sus juicios. Tu hijo debe aprender a apreciarse y quererse, apartando a quien le roba la alegría.
- El mundo está lleno de posibilidades, explóralo.
Enseña a tu hijo a buscar siempre su mayor bien, a no darse por vencido, a explorar el mundo para conseguir aquello que quiere encontrar en la vida.
Enséñale a perseguir sus sueños: a buscar un mejor trabajo, una mejor pareja, una vida con más contenido o identificar nuevas experiencias gratificantes. Anima a tu hijo a buscar lo que desea encontrar.
- Nadie puede capitanear tu vida: elige tu propia actitud.
Viktor Frankl nos dejó en su libro “El hombre en busca de sentido”, esta maravillosa enseñanza: «a un hombre le pueden robar todo menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino.»
Frankl fue un psiquiatra judío que vivió durante años en un campo de exterminio nazi. Sufrió hambre, humillaciones y vejaciones, convivió con la muerte de los suyos y concluyó que incluso en las peores circunstancias, nadie puede robarte el dominio de tu ser interior. Pueden robarte todo, pero no pueden despojarte de la dirección de tus elecciones.
«Todos los padres pretendemos ingenuamente evitar que les ocurran cosas negativas a nuestros hijos a lo largo de su vida, pero no podemos conseguirlo. Van a vivir tragedias y momentos complicados con total seguridad. Sólo podemos enseñarles a soportar la adversidad y aprender de ella. A eso llamamos resiliencia».
Lo único que de positivo tiene que algo negativo ocurra es que entendamos el aprendizaje que la vida nos ha querido transmitir, que lo recojamos y que miremos hacia adelante fortalecidos.
- Cuida tu cuerpo a lo largo de toda tu vida.
Dile a tu hijo que su cuerpo es el lugar donde habita su mente y su corazón, sus pensamientos y sus emociones. Explícale a tu hijo que si hace daño a su cuerpo introduciendo sustancias nocivas como alcohol o drogas, si no se alimenta adecuadamente o no descansa lo suficiente, su mente se llenará de pensamientos negativos y vivirá emociones negativas como consecuencia, porque el cuerpo está totalmente ligado a la mente.
Una mente sana sólo puede estar dentro de un cuerpo sano y un cuerpo sano es la consecuencia inevitable de una mente saludable. Cuida tu cuerpo para sentirte bien.
- La autoestima es la primera asignatura que debes aprender a cultivar.
Ayúdales a construir una sana autoestima porque es el tesoro más preciado que puedes legar a tus hijos, la mejor herencia que puedes ofrecerles. Una buena autoestima es garantía de una buena salud mental.
La autoestima es la creencia personal acerca del valor que tenemos. Las personas con una buena autoestima tienen la capacidad de afrontar la adversidad porque confían en si mismos y en sus capacidades. Enseña a tu hijo a confiar en sus posibilidades.
- Criticar, comparar, competir, la envidia y los demás componentes del ego.
Explícale a tu hijo que existe el ego. El ego es la autoestima falsa. El ego consiste en basar nuestro valor en la comparación con otras personas.
Las personas necesitamos desesperadamente sentirnos valiosas para poder querernos. Quien carece de autoestima intenta hacer trampa y se compara con otros para intentar salir ganando en esa comparación. Compararte y sentir que eres mejor que el otro es la única solución para aliviar tu falta de autoestima. Cuando esa comparación no es positiva, las personas sin autoestima intentan que el otro rebaje su valor a toda costa, criticándole, calumniándole, entrando en una desesperada competición consistente en apagar el brillo de los otros para conseguir de esa forma que pueda verse su luz.
«Enséñale que puede brillar por si mismo, sin apagar a otros. Enséñale a apreciar el valor de los demás, sin considerarlo una amenaza».
Con la llegada de 2021, haremos borrón y cuenta nueva en muchas cosas.
Plantéate que estás haciendo para formar a tu hijo en la gestión de su vida y su felicidad. Si crees como yo que ser feliz es la mejor enseñanza que puedes regalar a tu hijo, escríbeme a emayor@emotionhr.com
¡¡Feliz Navidad para ti y para tus hijos!!