Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.
¿Tu casa está muy desordenada?, ¿siempre terminas con el mismo tipo de novio que no te hace bien?, ¿piensas que la gente se confabula para hacerte sentir mal?. Quizá esto son síntomas de que algo no marcha bien en tu interior.
El exterior es un reflejo de tu estado interior, de manera que si las cosas no marchan como debieran, es momento de detenerte, investigar dentro de ti y averiguar qué te está ocurriendo. ¿Por qué digo esto?
Es bastante difícil que una persona estructurada, organizada y con las ideas claras, viva en una casa caótica, de la misma forma que una persona alegre, entusiasta y divertida no vivirá en una casa oscura y desvencijada. El lugar en el que vivimos y trabajamos dice mucho de nosotros mismos, es como una extensión de nosotros. Si no me crees, piensa en tu propia habitación y busca un calificativo que la describa: original, alegre, funcional, aburrida, caótica. Luego dime si en parte no refleja cómo tu eres. Eso ocurre porque proyectas en el exterior lo que hay dentro de ti. Si eres una persona práctica, probablemente tu habitación será funcional y si aún no tienes claro qué hacer con tu vida, probablemente tenderás más a un estilo desordenado porque así está ahora tu mente.
Exactamente igual ocurre con otras facetas de la vida, aunque en este caso no sea tan evidente como en el ejemplo de la habitación. Solemos decir que “atraemos” al mismo tipo de personas, agradables, extrañas o tóxicas a nuestra vida. El mismo tipo de novios, jefes o amigos que parecen perseguirnos allá donde vayamos. ¿Cuál es tu caso, gente que se aprovecha de ti?, o quizá gente malhumorada y combativa. Las personas y circunstancias con las que nos cruzamos también reflejan lo que somos, pensamos o sentimos, al igual que ocurría con la habitación.
“Es bastante difícil que una persona estructurada, organizada y con las ideas claras, viva en una casa caótica, de la misma forma que una persona alegre, entusiasta y divertida no vivirá en una casa oscura y desvencijada”.
Muchos pensadores antiguos y algunos actuales sostienen que el mundo es mental, que es una proyección de la mente, que no es real. Quizá sea cierto o quizá es un absurdo total, pero lo que puedo afirmar con seguridad es que nuestra forma de pensar determina nuestra forma de sentir y de actuar. Y lo que hacemos y decimos interactúa con el mundo y por eso, de alguna manera lo modificamos desde el interior. Y el mundo es muy sensible a nuestra manera de movernos en él y por ello termina siendo un reflejo de lo que está dentro de nosotros.
Te pondré un ejemplo para que me entiendas. Si estoy convencido de que un compañero de trabajo es capaz de cualquier cosa para escalar puestos en la empresa, interpretaré en clave de competitividad cualquier comportamiento sospechoso de serlo, lo que me hará sentir hostilidad hacia él. Probablemente, reaccionaré a esa hostilidad que siento con comentarios y comportamientos poco amables hacia él. Incluso yo también competiré con él para no permitirle que me deje atrás y no hace falta que siga describiendo cómo terminará esta historia. Los comportamientos reactivos se irán encadenando y eso permitirá que yo me ratifique una y otra vez en que tengo un compañero tóxico, sin darme cuenta de que yo también lo estoy siendo para él. Si estás rodeado de compañeros competitivos quizá están reflejando tu propia mentalidad.
Esta idea puede aplicarse a cualquier otro tipo de relación. Por ejemplo, ¿siempre terminas encontrando el mismo tipo de pareja?. Déjame decirte que es posible que eso te esté diciendo cosas sobre ti. Conocí a un hombre que se quejaba de que todas las mujeres que conocía se interesaban exclusivamente por su dinero. No era un hombre adinerado, pero se consideraba feo (al menos eso decía siempre) y quería compensar su aspecto con generosas invitaciones y esa era la manera que tenía de interactuar con una mujer que le gustaba. Indiscutiblemente, esa era la razón por la que siempre se encontraba con el mismo tipo de mujer: las que atendían a su tipo de oferta. Si sueles encontrar el mismo tipo de parejas inapropiadas, mira en tu interior y piensa cómo puedes estar contribuyendo a que eso te ocurra. Lo bueno de mirar hacia adentro cuando lo de fuera no funciona es que tienes la capacidad de arreglarte, de mejorarte, de crecer. Es en realidad una oportunidad.
“Nuestra forma de pensar determina nuestra forma de sentir y de actuar. Y lo que hacemos y decimos interactúa con el mundo y por eso, de alguna manera lo modificamos desde el interior”.
Sin embargo, eso no suele ser tan común. Lo normal es considerar que el exterior no funciona porque está mal y por lógica intentamos cambiarlo.
Habitualmente consideramos que son los demás los que deben cambiar y ese camino no suele llevarnos a ningún destino. Si esa es tu opción, me temo que no conseguirás lo que buscas porque no está en tu mano cambiar a otras personas, puedes intentarlo, pero normalmente no lograrás conseguirlo. Las novias del hombre de las invitaciones generosas no dejarán de estar interesadas en el dinero por mucho que él intente convencerlas de que lo hagan. Y aunque parezca absurdo que intente algo semejante, lo cierto es que algo así es lo que solemos hacer una y otra vez: nos quejamos e intentamos hacer que los otros cambien para que sean como nosotros queremos.
Lo que hacemos realmente es descargar nuestra responsabilidad en los demás porque es mucho más cómodo culpar de lo que nos ocurre a alguien o a algo externo, para no tener que responsabilizarnos. Y disculpándonos a nosotros mismos, nos robamos la posibilidad de hacer mejoras interiores.
Siguiendo con el ejemplo del hombre y sus parejas interesadas, es evidente que lo único que este señor puede hacer es valorarse más, convenciéndose de que puede enamorar a una mujer sin necesidad de correr con los gastos de ambos. Si él inicia una relación sin ostentaciones y desde la sinceridad y el cariño, no será interesante para las mujeres que buscan a alguien que corra con todos sus gastos. Consecuentemente, si él cambia por dentro, posiblemente cambiará su exterior. Y además se estará responsabilizando de su propia vida. Cuando algo no esté funcionando, pregúntate que es lo que tienes que cambiar dentro.
“Lo que hacemos realmente es descargar nuestra responsabilidad en los demás porque es mucho más cómodo culpar de lo que nos ocurre a alguien o a algo externo, para no tener que responsabilizarnos”.
Haciendo cambios internos, no sólo el mundo será más amable, sino que tendrás una oportunidad de ser mejor persona, aceptarte más y sentirte mejor dentro de tu piel.
Cuando seas capaz de darte cuenta de esto que te digo, serás consciente de la dificultad de hacer esos cambios interiores que tanto necesitas. En muchas ocasiones es difícil ver qué es lo que no funciona de inmediato porque no solemos comprender bien nuestros propios mecanismos. Si no comprendes que es lo que debes cambiar, te aconsejo que te mantengas atento a ti mismo, en un estado de calmada alerta para escucharte hasta que lo descubras. Y lo descubrirás, te lo aseguro.
Hace algún tiempo sentía que la gente me agredía al hablar, consideraba que todos me hablaban en tono de bronca constantemente. Comenzó en una de las facetas de mi vida y luego se fue extendiendo hacia otras. A pesar de que yo sé que debo mirarme a mi, no lo hice, reaccioné ante la hostilidad creciente y la bronca se fue extendiendo a otras áreas de mi vida hasta el punto de que me dediqué durante algún tiempo a combatir a los tóxicos a diestro y siniestro, olvidándome de algo evidente: si TODOS se habían vuelto agresivos de repente, algo no encajaba, aunque sólo fuera por ley de probabilidad.
Lo único común a todos ellos era YO, así que decidí detenerme y volverme hacia adentro. Al hacerlo, descubrí que mi lenguaje interior era duro y agresivo, que la agresividad que veía fuera estaba dentro de mí. No me había perdonado algunas equivocaciones que cometí en el plano profesional y como consecuencia, debía estar proyectando esa tensión al exterior. Como antes dije, el mundo es muy sensible a nuestro estado de ánimo, las personas caminamos por la vida como si tuviéramos antenas receptoras de los sentimientos de los otros y estaba claro que estaba emitiendo señales de mal rollo a la gente. Era prioritario perdonarme por mis errores para cambiar mi mala vibración.
“Haciendo cambios internos, no sólo el mundo será más amable, sino que tendrás una oportunidad de ser mejor persona, aceptarte más y sentirte mejor dentro de tu piel”.
¿Fue bueno que yo cambiara para que todos se volvieran más amables?, sin duda. Pero el cambio más importante fue la recuperada calma interior.
No lo olvides, el mundo te enseña tu interior para que lo modifiques y después se reflejará en el exterior.
Muy bueno Elena!!
Y realmente es asi como decis. El punto principal es tener la voluntad de verte a vos mismo con verdadera conciencia y autocritica…sino de nada servira. Conozco gente que cuesta se vea a si misma, o que quiere «responsabilizar al otro» como bien explicas, queriendo dar literalmente vuelta una situacion para no sentir que el disparador fue esa misma persona de una situacion problematica, no deseada, haciendo ver como «toxico» a los demas y no asi mismo.
Como poder ayudar a crear y ejercitar esa autoconciencia no? Y sin caer en terapias, sino desde la ayuda y colaboracion cotidianas con gente que amamos o valoramos. Por eso creo que la clave o el punto de partida es traer a conciencia esa autoreflexion, el resto vendra si se sostiene esa voluntad y se comienzan a persevir bienestar y beneficios. Y a esto se agrega que las propias emociones no siempre son muy imparciales (ni claras tambien como explicas) en uno mismo o al menos no para todos es sencillo encontrar ese punto interior de pura voluntad y critica.
Te felicito por la nota. Es inspiradora a abrir mente, a reflexionar y ayuda muchisimo! Si alguna vez uno ya intuyo esta necesidad de «algo», vos lo traes a la conciencia en palabras, ejercicios y ejemplos.
Gracias!
Marina