Por Elena Mayor Lozano, CEO en EmotionHR y vicepresidenta de la Asociación Nacional de Felicidad de Personas y Organizaciones, Conciencia y Compasión.
Quien me conoce sabe que me parece imprescindible y urgente introducir una asignatura de gestión emocional en los colegios, algo básico para que nuestros hijos aprendan a disfrutar de una vida plena y satisfactoria, tanto en el plano personal como en el profesional. Creo que debería ser una asignatura obligatoria y transversal.
Quien me conoce, me ha escuchado decir que mis hijas recibieron su formación escolar con una metodología idéntica a la mía y muy parecida a la que recibieron mis padres, muy centrada en memorizar y poco en recibir herramientas y estrategias para transitar por la vida con éxito. Memorizar estaba justificado en una época en la que no existía internet, pero en la segunda década del siglo XXI resulta ridículo que a un niño le hagan aprenderse de memoria los ríos de España, cuando dispone de toda la sabiduría universal a golpe de tecla, y no aprenda a defenderse frente a una situación de bulling.
“La formación en gestión emocional es importante y es urgente en nuestros días y toda la responsabilidad en este aspecto recae en nosotros, sus padres”.
¿Quieres saber cómo educar a tu hijo para que sepa cómo actuar frente a alguien tóxico?. Más importante aún, ¿quieres enseñar a tu hijo como gestionarse para no convertirse en alguien tóxico?. Y mucho más importante aún, porque los niños aprenden a través del modelado, ¿quieres saber cómo puedes dejar de ser tóxico?.
Aquí te dejo claves:
Interpretar las emociones de los demás
Gran parte de nuestra negatividad es reactiva. Se produce porque interpretamos en negativo las emociones y los comportamientos de los demás y como reacción, elaboramos una respuesta emocionalmente negativa. ¿Es tarde para que te des cuenta de que las quejas, los reproches de los otros, incluso su ira, no son más que una expresión de SU sufrimiento?. ¿Te sorprende que te diga que no es algo dirigido hacia ti?
Es así, si te detienes a analizarlo. Jugamos habitualmente al juego de la reacción: yo te hablo mal porque tu lo hiciste y tu lo has hecho porque alguien te hirió a ti previamente, por eso te devuelvo tu respuesta airada con más ira. Es una espiral ascendente negativa.
Date cuenta de que reaccionando sólo conseguirás aumentar el sufrimiento de ambos.
“Enséñale a tu hijo que las emociones negativas de los otros no son ataques, sino una expresión de su sufrimiento que sólo le concierne a él. Evita y enséñale a él a evitar entrar en esa dinámica de ataque y contraataque. No reaccionar es la respuesta y alejarse del tóxico es la solución hasta que éste aprenda cómo gestionarse”.
Aceptar la frustración
Las cosas no siempre van a salir como queremos. Esto ya lo sabes y aprenderlo te ha hecho madurar y llegar a ser quien ahora eres, entonces ¿por qué evitas la frustración en tus hijos pequeños? La vida es aprendizaje, debemos apoyarle y acompañarle en su frustración, pero no debemos evitar que la viva.
“Cada frustración es un aprendizaje, nos muestra algo que deberíamos aprender”.
Cuando tengas un fracaso, aprende a detener la queja y entiende qué es lo que quiere mostrarte la vida, cuál es el aprendizaje que se te intenta mostrar. Acepta lo malo como una oportunidad de mejorar, cambia el enojo por la aceptación y el aprendizaje.
Y enséñaselo a tu hijo, para que en lugar de evitar la frustración, aprenda a sacar provecho de ella. La vida es un camino de aprendizajes y los problemas son ocasiones de mejora.
Alejarse emocionalmente del problema y buscar soluciones, no culpables.
Cuando surgen los problemas debemos hacernos responsables de su solución, sin victimizarnos ni culpar a otros. ¿Tiendes habitualmente a echar la culpa a otros de lo que te pasa o sueles acusarte y victimizarte?. Si tienes uno de estos dos estilos, deberás corregirlo antes de enseñar a tus hijos a solucionar problemas, algo tan común en la vida de todos.
La actitud correcta es aceptar y afrontar.
“Ante un problema necesito separarme emocionalmente de lo que ocurre y no pelearme con los “culpables” de que eso haya ocurrido, tanto si soy yo como si son otros. Eso es aceptar, no luchar contra lo que ha pasado, sino buscar la solución”.
Enseña a tu hijo a dejar de perder el tiempo buscando a quién culpar de lo que pasa. Solo hay dos acciones correctas: buscar la solución y aprender para que, en lo posible, podamos evitar ese mismo problema en el futuro.
Las emociones deben expresarse para evitar que se enquisten.
Seguro que has comprobado el efecto de guardar en tu interior emociones negativas durante mucho tiempo, emociones que se enquistan porque no se gestionan y producen sentimientos y pensamientos de rencor, culpa e ira que producen mucho sufrimiento.
Lo que quizá no sabías es que además son el germen de muchas dolencias físicas y el detonante de algunas enfermedades.
“Enséñale a tu hijo que el cuerpo también nos envía mensajes cuando forzamos las cosas, que el cuerpo y la mente están unidos y que se producen sinergias en ambos sentidos”.
Las dolencias físicas que no se tratan generan una respuesta emocional inadecuada (me enfado sin razón porque me duele horrores la cabeza, por ejemplo) y las emociones que permanecen guardadas y sin resolver en mi interior, brotan finalmente convertidas en enfermedad mental o física.
Gestionarse adecuadamente consiste en conocerse y ser consciente.
Debes enseñarle a tu hijo a ser consciente de sus emociones para sea capaz de equilibrarlas. Esto se hace conociendo qué pensamientos han ocasionado lo que sentimos. Lo que nos ocurre nos genera una pequeña emoción instantánea, pero lo que verdaderamente nos hace sufrir es nuestro juicio de lo que ha pasado. Sufrimos como consecuencia de los pensamientos que nosotros mismos elaboramos.
“Enséñale a vaciar su cabeza de pensamientos desdichados con los que ha juzgado un acontecimiento o a una persona porque es eso lo que seguramente le hace sentirse mal y no lo que realmente ha ocurrido”.
Si las cosas fueron mal en un examen, probablemente se sienta muy infeliz porque elabora lo ocurrido desde la injusticia o la comparación y no sobre la reflexión de los cambios que deberá introducir en el futuro para no suspender.
Ser genuino para cultivar una relación sana de pareja.
Los manipuladores, aquellos que no son genuinos, consiguen ciertas ventajas a corto plazo, pero quien es realmente valorado y amado es quien es genuino.
Esto es especialmente importante para sus futuras relaciones de pareja y también para las tuyas, por cierto. Ser genuino, transparente y honesto es un requisito necesario para tener relaciones de pareja basadas en la confianza y el respeto.
“Dile también que cada uno elige con quien caminar y por cuánto tiempo y que por eso no se puede poseer a otra persona en una relación, que sólo puede observar, apoyar y respetar al otro, como cuando regamos una planta esperando que cada día continúe creciendo de manera saludable”.
Y lo más importante, empodérale para que entienda que vivirá el resultado de lo que construya a lo largo de su vida, que la vida es ahora y sucede en tiempo real, que vives lo que construyes en cada instante.