La humildad y la discreción que nos enseñaron nuestras madres no nos han ayudado mucho a tener un control efectivo sobre nuestra vida. La educación demasiado basada en la condescendencia nos ha robado, especialmente a las mujeres, el derecho de reivindicar lo que de verdad queremos decir o hacer en nuestra vida, siempre mirando hacia lo que quieren los demás.
«Como venimos repitiendo a lo largo de este año en las estrategias que hemos compartido estos meses, la solución para alcanzar la felicidad no se basa en mirar hacia afuera, se trata de mirar en nuestro interior y esto adquiere especial relevancia cuando de lo que se trata es de adquirir poder personal».
A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres (y algunos hombres, no es que quiera sacarlos de la ecuación, es simplemente que se da en menor medida) hemos dado servicio a otros: pareja, hijos, padres. Nuestro rol tenía sentido por lo que ofrecíamos al exterior, casi siempre sin retorno. Aunque esto está afortunadamente cambiando, el lastre de siglos de dependencia de los demás para dar sentido a nuestra existencia, desembocó en la adopción de roles de VICTIMA.
Este rol estaba justificado en el pasado porque las mujeres no tenían prácticamente derechos y sólo les quedaba el recurso de la queja. Pero hoy no es justificable.
«El victimismo no solo implica falta de poder personal, también sugiere que mi estado de ánimo depende de lo que me pase y no de cómo yo decida sentirme. Si mi marido viene contento hoy y quiere dar un paseo, estoy contenta yo, pero si llega enfadado y no quiere cenar, me siento mal e incluso culpable. La culpabilidad ha jugado un papel importante en este tipo de actitudes».
Eso ya no está justificado como decía, porque en el siglo XXI tú puedes hacer y decir exactamente lo que elijas. Continuar con el papel de víctima es simplemente tu decisión.
¿Por qué seguimos victimizándonos, si eso nos hace infelices?
El papel de víctima tiene ciertas ventajas.
Para empezar es cómodo, te quejas y no tienes que hacer nada para solucionar el problema. Es propio de quienes eligen la pasividad ante lo que no funciona en su vida.
Pero sobre todo hay otra ventaja importante y es que victimizarse es una forma muy efectiva de captar la atención de los demás.
¿Ahí está de nuevo tu amiga que te llama cada poco tiempo para quejarse de que necesita algo de ti o para contarte cualquier problema del trabajo? Seguramente acudes en su ayuda rápidamente y ella consigue la atención que busca. La recompensa de tener tu atención es demasiado jugosa. No te engañes, te está manipulando.
Las víctimas suelen ser manipuladoras, utilizan sus penas para obligarte a que hagas tú lo que ellas necesitan en cada momento, descargan su basura emocional en ti e incluso la responsabilidad de poner orden en sus vidas.
Y yo te pregunto ¿crees que esta actitud hace felices a esas personas?
Sé que has respondido un no rotundo.
¿Cómo empoderarse?
Para salir del bucle victimista, es necesario en primer lugar hacerse consciente de las tres características que acabo de describir: la persona víctima elige no hacer nada, sus emociones vienen determinadas por lo que le llegue del exterior y manipulan a los demás con sus quejas y penas.
«Para empoderarte debes hacer todo lo contrario: pasar a la acción, hacer depender tu estado de ánimo de un estado interior de paz y armonía independiente de lo que esté pasando ahí afuera y ocuparte de dar solución a tus problemas, sin pedir a nadie que lo haga».
Empoderarse no significa que alguien te otorgue poder, consiste en que a partir de hoy todo lo que tenga que ver contigo proceda de tus decisiones. Empoderamiento es igual a tomar el control de tu vida.
Tu no puedes elegir lo que va a ocurrirte, pero si puedes decidir cómo vas a vivir la situación y sobre todo qué vas a hacer para soportarla o para trascenderla. Significa acción y elección personal en todo momento. No solo es un cambio de actitud, es una nueva visión de la vida.
Comprendo que la parte difícil de lo que acabo de decir es la de mantenerse emocionalmente estable e incluso en tono positivo cuando estás viviendo malos momentos. Tienes razón, aquí me detengo.
«Yo creo que gran parte del secreto de la felicidad consiste en esto, en la gestión de nuestras emociones para conseguir un tono constante de estabilidad y madurez emocional».
Hay muchos cursos y estrategias para lograrlo, pero no serán efectivas sin un trabajo interior previo: necesitas antes cambiar tu actitud, de eso es de lo que hablo. Si alguien te está hiriendo, en lugar de quejarte, detente y decide qué vas a hacer para confrontarle o alejarte. Acción, esa es la clave.
¿Tus hijos adolescentes se están alejando de ti? Muévete en la dirección que elijas en lugar de llorar. Vive con ilusión tu nueva independencia puesto que tus hijos te necesitan menos y celebra que podrás dedicarte más tiempo. Incluso si lo que ocurre es que alguien muy cercano tiene una enfermedad grave, puedes decidir no victimizarte y victimizar al enfermo y aprovechar el tiempo que tengas para estar con él o ella haciendo cosas que le hagan disfrutar, seguro que le ayudará a superar la enfermedad.
«Tu actitud empoderada consiste en moverse hacia la dirección que decidas para solucionar el problema o para evitarlo. Moverse siempre es la respuesta, quizá en diferentes direcciones hasta que consigas encontrar el mejor camino».
Finalmente, te diré que las personas empoderadas son más atractivas que las victimistas, infinitamente más. Adquirir poder personal es un tratamiento de belleza mucho más poderoso que cualquiera que encargues en un centro especializado.
¡Empodérate para controlar tu vida y te convertirás en alguien muy atractivo!
Te animo a que lo pruebes. Escríbeme si quieres emayor@emotionhr.com.