Tercer mes del año y tercera estrategia para mejorar nuestra calidad de vida y trabajar en nuestra propia felicidad.
En el artículo de la revista de enero, hablamos de la importancia de gestionar las expectativas y en el mes de febrero de cómo cambiar tu interior para cambiar tu mundo. En este artículo quiero hablar sobre la Resistencia.
«La resistencia es la no aceptación de lo que ocurre en tu vida. Es importante entender qué es exactamente esto que nos produce tanto dolor emocional».
Nos resistimos cuando nos enfadamos porque hemos suspendido un examen de oposición para el que nos habíamos preparado a fondo durante los dos últimos años. Nos resistimos también cuando no hemos superado una entrevista de trabajo o cuando hemos sido despedidos. Nos resistimos cuando nuestra pareja nos abandona o cuando nos enteramos de que hemos enfermado gravemente. En definitiva, cuando no queremos aceptar lo que está ocurriendo.
Te diré que esto es un Tremendo Error, porque lo está ocurriendo es lo que está pasando y aunque no te guste, no tienes ninguna posibilidad de cambiar lo que ya está ocurriendo.
¿Quieres decir que ahora resulta que no puedo enfadarme ante un momento malo en mi vida? Si te preguntas esto, te digo que no es eso lo que quiero decir, sólo quiero ayudarte a gestionarlo con el mecanismo de la aceptación.
Mecanismo de la aceptación.
Aceptar es lo contrario de resistir.
Puede que pienses que te estoy invitando a que digieras cualquier mal acontecimiento negativo con una sonrisa sin tener derecho a sentir rechazo, pero no es eso.
«Nadie puede evitar reaccionar con una emoción negativa cuando te anuncian que han elegido a otro para el puesto que ansiabas o cuando un supuesto buen amigo te da la espalda en un momento decisivo. Eso es humano. De hecho, yo creo que es muy sano expresar esa emoción negativa. Debes permitirte enfadarte, llorar o lo que sea que sientas, estás en tu derecho. Pero eso debe tener un límite temporal».
Cuando ya te has desahogado, cuando ya te has permitido descargar tu emoción, cuando eres consciente de que la realidad es distinta a la que a ti te gustaría, puedes alargar la agonía añadiendo rencor, ira o victimismo y así seguir siendo infeliz por mucho tiempo o puedes gestionarlo. Si decides esto último, te explico cómo hacerlo mediante el mecanismo de la aceptación.
Aceptar no es tragarse todo lo que llega sin más, es simplemente entender que negar lo que ha pasado no tiene sentido. Negar la realidad es una pérdida de tiempo y de energía porque definitivamente aquí está. Aceptar es poner límite a la emoción negativa que te lesiona, adaptarte a esa nueva realidad que ya está ahí y que no puedes modificar y prepararte para pasar a la acción.
Parece que quien se resiste es alguien que se mueve, un inconformista que responde activamente ante la adversidad, y el que acepta es alguien pasivo que simplemente se conforma con lo que ocurre, pero es justo al revés.
«Quien gestiona lo que le pasa con la aceptación es el que realmente se mueve para superar el problema, mientras que el que se resiste se instala en la negación y no hace nada para superar su situación. La aceptación es un mecanismo que nos ayuda a detener el sufrimiento y nos prepara para movernos en una dirección positiva».
Veamos sobre la práctica lo que te propongo:
Imagina que tu pareja te ha abandonado. Esta puede ser una secuencia de acontecimientos:
Te comunica que no ya no te quiere y que se va.
Si estabas enamorada y no te esperabas algo así, sufrirás muchísimo. En este momento debe funcionar el Darte Permiso para Expresar tu emoción.
Te aconsejo que te permitas llorar y te invito a que lo expreses, en solitario o hablando con personas cercanas, lo que prefieras, pero te aconsejo que lo hagas, la emoción no expresada pasa al cuerpo y lo hace a través de él, mediante una enfermedad o un dolor físico.
El dolor agudo ha cesado, ya te has hecho a la idea de que no va a volver
Es el momento de Tomar una Decisión Importante: seguir manteniendo el dolor o hacerlo desaparecer.
Mantienes el dolor si te dejas llevar por la ira o el rencor y adoptas actitudes de venganza donde te movilizas para intentar que tu expareja sufra por lo que te ha hecho. Mantienes también el dolor si te dejas llevar por el victimismo y comienzas a sentir lástima por lo que te ha pasado o te culpas activamente de lo ocurrido. A veces el rencor hace acto de presencia y alarga el sufrimiento, a veces durante toda una vida.
En los dos casos estás empleando tu energía en un sentido que sólo prolonga o intensifica tu dolor. Te estás creando activamente infelicidad.